Por Omar Osorio
México es un país de gran riqueza, tanto en biodiversidad como en su historia. Sin embargo, a lo largo de siglos de luchas y asimilación, hemos desarrollado una narrativa que ha distorsionado el valor de lo propio, del trabajo local y de las tradiciones que nacen de nuestra tierra. Esta distorsión ha provocado una identidad fragmentada, atrapada entre la resistencia y la imitación, entre lo que somos y lo que se espera que seamos. En el contexto actual de un mundo globalizado pero en constante cambio, surge la oportunidad de regenerar nuestra nación, no como un regreso al pasado, sino como una re-evolución identitaria que transforme todo lo que hemos sido para construir lo que podemos llegar a ser. Lo "Hecho en México" no es un eslogan vacío: es la semilla de un futuro regenerativo. El desafío que enfrenta México no radica en la falta de recursos, sino en la desconexión entre lo que producimos y lo que valoramos. Durante demasiado tiempo, hemos sido condicionados a creer que lo nuestro no es suficiente, que lo "extranjero" siempre es mejor, y que las oportunidades solo se encuentran fuera. Esta visión ha dejado una huella profunda, pero es hora de cambiar esa narrativa. Es momento de abrazar lo que somos y lo que tenemos. México es un país capaz de reinventarse desde sus raíces, desde la tierra que nos vio nacer, desde la creatividad y la sabiduría que emergen de nuestra gente. La regeneración de México debe comenzar con un proceso de revalorización profundo. Regenerar la tierra, el trabajo, la confianza y el orgullo local no es un acto de nostalgia, sino de amor hacia nuestra cultura y nuestra gente. Necesitamos reconocer que el futuro no está en lo que copiamos, sino en lo que creamos desde nuestra esencia. Cada producto, cada oficio, cada iniciativa local debe ser vista como una forma de resistencia contra un sistema extractivista que no solo ha saqueado nuestros recursos naturales, sino también nuestra confianza en nosotros mismos. Lo "Hecho en México" debe convertirse en un símbolo de regeneración ética, ecológica y social. Producir sin destruir, sembrar sin envenenar y crear sin agotar: esa debe ser la propuesta. Este proceso de regeneración no es únicamente una cuestión económica, sino también ecológica y social. México enfrenta desafíos ambientales serios: la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de sus recursos hídricos y la degradación de sus suelos. Ante estos retos, es esencial que transformemos nuestra forma de producir y consumir, con la mirada puesta en un futuro sostenible. De igual manera, debemos atender a las comunidades rurales, que históricamente han sido el corazón de nuestra nación, y trabajar por un México más justo y equitativo, donde el desarrollo no se limite a las grandes ciudades, sino que llegue a todas las regiones. En este proceso, la balanza comercial no es el único indicador de éxito. También debemos desarrollar y priorizar otros dos indicadores clave: la balanza ecológica y la balanza social. El primero se refiere a la integración de principios de sostenibilidad en nuestras prácticas productivas. No basta con exportar más, sino que debemos asegurarnos de que nuestras actividades no agoten los recursos naturales, sino que los regeneren. La balanza social, por otro lado, es fundamental para asegurar que el progreso económico se traduzca en un bienestar real para todos los mexicanos. Esto incluye la mejora de las condiciones laborales, la dignificación de los pequeños productores y la creación de oportunidades para las comunidades marginadas. Lo "Hecho en México" debe verse como un movimiento integrador que va más allá de la economía. Se trata de una revolución cultural, económica, social y ambiental. En lugar de buscar el éxito fuera, debemos crear el éxito desde adentro. Las cooperativas que combinan la agricultura sustentable o la pesca con la preservación cultural, los talleres que fusionan técnicas ancestrales con diseño contemporáneo, y los emprendimientos que convierten desechos en arte, son ejemplos de cómo lo "Hecho en México" puede convertirse en un modelo global de excelencia regenerativa. Estos no son casos aislados, sino semillas que, si se cuidan y se expanden, pueden dar lugar a un futuro lleno de esperanza. Además, México debe replantear sus posibilidades económicas y aumentar el contenido nacional en sus exportaciones. Este enfoque no solo contribuye a fortalecer la economía, sino que debe ir acompañado de un equilibrio con la balanza ecológica y la balanza social. No podemos simplemente replicar los modelos de crecimiento insostenible del pasado. Necesitamos integrar la regeneración ecológica y social dentro de nuestra economía, de modo que el desarrollo no devore, sino que restaure. En paralelo, debemos considerar la migración como parte del proceso de reposicionamiento de México. Si bien es cierto que muchas personas se ven orilladas a migrar en busca de mejores oportunidades, este fenómeno debe ser entendido no solo como una salida, sino como un impulso para replantear las condiciones dentro del país. El México regenerativo debe ser capaz de ofrecer nuevas oportunidades, especialmente en las regiones rurales y menos favorecidas. Esto implica una transformación que no solo aumente las exportaciones, sino que cree empleos dignos y oportunidades de desarrollo en todos los sectores. Es momento de sembrar el futuro, no de esperar que nos llegue desde fuera. El México que estamos construyendo no será el resultado solo de quienes se ven obligados a migrar, sino de todos aquellos que eligen quedarse y contribuir a la regeneración de su tierra. Necesitamos entender que al consumir lo "Hecho en México" estamos no solo fortaleciendo la economía, sino también respaldando un futuro de dignidad, sostenibilidad y creatividad para nuestra gente. El futuro no se busca, se siembra, y la semilla ya está en nuestras manos. Lo "Hecho en México" es mucho más que una etiqueta: es una revolución que comienza en cada uno de nosotros, en nuestra forma de vernos y de ver el mundo. Si nos atrevemos a creer en nosotros, a invertir en lo nuestro y a cuidar lo que hemos heredado, podemos regenerar nuestra tierra, nuestros mares, nuestra economía y nuestra identidad. La verdadera riqueza de México no está en lo que copiamos, sino en lo que soñamos y creamos desde nuestras raíces. Estamos listos para intentarlo. El México regenerativo ya está aquí, y depende de nosotros hacer florecer la semilla que llevará a este país hacia un futuro de esperanza, justicia y dignidad. ¡Es hora de re-posicionar a México en su lugar de grandeza! El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo.
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