Por Omar Osorio El Neo Renacimiento de la Civilización Estamos al borde, atrapados en una ilusión que nosotros mismos tejimos. Mucho se ha dicho del "Plan A", los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el supuesto mapa maestro para salvarnos, pero en 2025, a medio camino rumbo a 2030, las cifras cantan una verdad cruda: los avances son sombras débiles frente a la tormenta. La equidad de género, por ejemplo, tardaría más de 200 años en lograrse, un plazo absurdo que raya en lo imposible, y así con cada ODS —pobreza, hambre, clima— estancados en promesas que se desvanecen. La deuda global trepó a 318.4 billones de dólares en 2024, tras los 315 billones del primer trimestre según el Institute of International Finance, con un ratio deuda/PIB que pasó de 336% en 2023 a 328%, dice Reuters —una carga invisible que nos encadena al miedo. Saqueamos la Tierra como si nunca fuera a agotarse: el Día de Sobrecarga llegó el 2 de agosto de 2023 y el 1 de agosto de 2024, murmura la Global Footprint Network, consumiendo más de lo que el planeta puede dar. Los océanos, nuestro aliento profundo, toman entre el 25% y el 30% del CO₂ anual, según el IPCC, pero se ahogan bajo la acidificación y el calentamiento. La sedimentación biogénica carbonatada, que en su plenitud captura 1.76 gigatoneladas de CO₂ al año dentro del carbonato de calcio (CaCO₃) —de las 4 gigatoneladas totales de CaCO₃ que el fondo marino acoge, (Carbono Blanco)—, ha caído a 0.9 gigatoneladas de CO₂ en 50 años por nuestra mano implacable. Esto no es una crisis natural; es un espejismo artificial que nos lleva al abismo. El sistema que nos encadena es irreal, una historia de escasez que nos susurra al oído: "Sigue o quedas fuera". El U.S. Debt Clock gira sin cesar, el Climate Clock marca el tiempo que nos queda, el Doomsday Clock nos mira desde el borde del fin. El 0.01% amasa fortunas que deslumbran mientras el resto carga el peso, pero si todo colapsa, no habrá oro que los salve. Esta policrisis —la triple amenaza de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación, según la ONU— danza con migración forzada, derechos humanos rotos, bioseguridad en riesgo y seguridad global al límite. El Acuerdo de París soñó con limitar el calentamiento a 2°C, mejor aún a 1.5°C, pero Copernicus nos despierta: 1.6°C en 2024, 1.75°C en enero de 2025, con NASA y Berkeley Earth asintiendo desde sus datos. La COP16 del Convenio sobre la Diversidad Biológica comenzó en Cali en octubre de 2024 y, tras un traspié, culminó en Roma en febrero de 2025, logrando sus objetivos. Sin embargo, las COPs —como la UNFCCC COP29 con NDCs débiles— no han detenido el colapso. Los sistemas políticos tropiezan con cada elección; EE.UU. ha abandonado el Acuerdo de París dos veces, reiniciando el juego mientras Gaia sigue su danza, ajena a nuestras urnas. El "Plan A" se desvanece; la Gran Pausa Regenerativa, el Plan "B", no es un sueño para los que se aferran a lo viejo —es la respuesta lógica a este caos, porque las vacaciones se las damos a Gaia o ella las tomará sin preguntar, y todos debemos decidir. Imagina una tregua de 20 años: un silencio global que evoca cómo, durante el COVID-19, la humanidad pudo detenerse —no como fantasía, sino como un hecho real, cargado del dolor de vidas perdidas que merece respeto—. No prohibimos nada; lo contamos todo —el daño que nos trajo aquí y el camino que nos saca—. "¿Cómo viviremos en pausa?", preguntarán. Con un ingreso básico universal de 1500 dólares* al mes para 8 mil millones, sostenido por gobiernos que aseguren comida y energía al máximo. Los millonarios, que lo perderán todo si colapsamos, aportan a un fondo global para esta pausa, deducible de impuestos —no es generosidad, es su propia piel en juego—. Los gobiernos no caen: redirigen subsidios destructivos hacia la regeneración, alineándose con las metas de las COPs, pero con un consejo transnacional que las hace vinculantes, medibles y reales, algo que las cumbres no lograron solas. Esto no es un anhelo; es la verdad que ya late y que boicoteamos. Los días de sobrecarga por país, según la Global Footprint Network, cantan la desigualdad: no todos consumimos igual, y esta pausa lo equilibra. Esos 20 años son las vacaciones que Gaia merece, el neo-renacimiento que ya susurra. Dejemos morir lo viejo —este sistema agotado— y que resurja la nueva generación, por justicia, por convicción. La Tierra respira hondo: ecosistemas se alzan, insectos zumben, fauna y flora florecen, los océanos sanan y reequilibran el ciclo del carbono que el Acuerdo de París no ha podido salvar aún. La humanidad despierta, por medio de internet e inteligencia artificial: recibe cultura, conocimiento, prácticas regenerativas, mientras niños y jóvenes se forman para una economía azul que abraza la bioeconomía circular —reducir, reutilizar, biodegradar con inocuidad—, con el propósito común de restaurar y armonizar los ecosistemas. La permacultura y la bioeconomía circular se masifican dentro de esta economía azul —su sentido común nos sacude—, y todos reconectamos con el alimento, el latido de la vida, dejando atrás la escasez inventada por una abundancia natural y compartida, sin reciclar desechos inorgánicos que nunca dejan de serlo. El océano, olvidado, nos guía: su fuerza, respaldada por la economía azul del Banco Mundial y la UNESCO, traza el sendero. La tecnología, ágil y clara, nos impulsa: amplifica la verdad, acelera el cambio, nos lleva de la crisis a la liberación. El Planetary Health Check lo murmura: el planeta está herido, pero vivo, esperando que dejemos de agredirlo. La deuda nos esclaviza, el déficit ecológico nos cerca, los océanos claman. Este sistema no es real; es una mentira que se detiene o nos hunde. El Plan "B", la Gran Pausa Regenerativa, no es un respiro; es la revolución que rompe las cadenas mentales y nos entrega un neo-renacimiento civilizatorio. Responde a la triple crisis planetaria de la ONU y supera las COPs —UNFCCC COP29 con metas frágiles, CBD COP16 de Cali a Roma con sus logros—, reformando lo inútil, evaluando lo viable, evolucionando hacia un sistema medible y vinculante que las cumbres no lograron solas. Los millonarios aportan o pierden todo, los gobiernos redirigen recursos a lo que ya vive, la tecnología al servicio de las sociedades nos libera, la permacultura y la bioeconomía circular dentro de la economía azul nos arraigan, el océano nos inspira, y la educación nos prepara. El Climate Clock no miente, el Doomsday Clock no espera. Las vacaciones se las damos a Gaia, o ella las tomará sin preguntar —no hay renuncia, solo decisión—. La abundancia está aquí; dejemos morir lo viejo y demos paso a lo nuevo. ¡Viva Gaia, Viva la Vida, Viva la Tierra y el Sol que nos ve renacer desde y hacia su núcleo! Todos decidimos si paramos y florecemos, o seguimos al vacío. ¿Tiene usted un Plan C? *ingreso básico universal de 1500 dólares (IBU). No se asusten financieros que si bien existe hoy esa riqueza también podemos crear un sistema o moneda virtual con toda la seguridad para este periodo y para estos motivos y un respaldo en ecosistemas regenerados. El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Fuentes
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Por Omar Osorio La humanidad camina sobre una cuerda floja. La deuda global se dispara a niveles históricos, con estimaciones recientes apuntando a 318.4 billones de dólares al cierre de 2024, tras rozar los 315 billones en el primer trimestre, según el Institute of International Finance. El ratio deuda/PIB, que trepó al 336% en 2023 y se ajustó al 328% en 2024 según Reuters, no es solo un número: es una soga al cuello de la estabilidad financiera mundial, una que aprieta más fuerte cada día. Mientras tanto, agotamos el planeta a un ritmo feroz. En 2023, el Día de Sobrecarga de la Tierra llegó el 2 de agosto; en 2024, se adelantó al 1 de agosto, según la Global Footprint Network. Consumimos más de lo que la Tierra puede regenerar, acumulando un déficit ecológico que empuja los ecosistemas al colapso. Y en el corazón de esta tormenta, los océanos —nuestro escudo climático— absorben entre el 25% y el 30% de las emisiones anuales de CO₂, según el IPCC, pero están al límite, golpeados por acidificación y calentamiento. No hay escapatoria: estamos en una crisis triple que exige respuestas inmediatas. Pero hay más. La sedimentación biogénica carbonatada, un proceso donde organismos marinos capturan carbono en el fondo oceánico, podría ser un salvavidas. En condiciones óptimas, este mecanismo secuestra 1.76 gigatoneladas de CO₂ al año, el 44% de las 4 gigatoneladas de carbonato de calcio depositadas anualmente (Carbono Blanco). Sin embargo, el impacto humano lo ha mutilado: en las últimas cinco décadas, su capacidad se ha desplomado a 0.9 gigatoneladas por año. El cambio climático no solo calienta el planeta; desarma sus defensas naturales, dejándonos más vulnerables que nunca. Cada coral que muere, cada organismo calcificador que desaparece, es un paso hacia el abismo. Frente a este panorama, el modelo extractivo que nos trajo aquí —ese que mide el éxito en dólares mientras el planeta se ahoga— está muerto. Seguir por ese camino es firmar nuestra sentencia. Pero hay una salida: un paradigma regenerativo que no solo repare el daño, sino que nos devuelva el equilibrio. Y el océano, lejos de ser una víctima pasiva, es el protagonista subestimado de esta transformación. La economía azul sostenible lo demuestra: conservar ecosistemas marinos, aprovechar energías renovables oceánicas y crear mecanismos financieros como bonos azules y verdes no son utopías, sino realidades respaldadas por el Banco Mundial y la UNESCO. El océano no es solo un sumidero de carbono; es un motor de innovación, un recurso que hemos subutilizado mientras lo dejamos desangrarse. La deuda global nos asfixia, el déficit ecológico nos acorrala y la degradación oceánica nos desarma. Si no cambiamos de rumbo, el colapso no es una posibilidad, es una certeza. Pero en esta crisis late una oportunidad: rediseñar nuestra existencia, priorizando la regeneración sobre la explotación. Los océanos, con su potencial desaprovechado, son la clave. No se trata de ajustes menores; es un llamado a gobiernos, empresas y sociedades para actuar con audacia, uniendo estabilidad financiera y salud planetaria. El reloj corre —el Climate Clock y el Doomsday Clock lo gritan—, pero aún podemos reescribir el final. Este es el momento: no para salvar el planeta, sino para salvarnos a nosotros mismos en él. El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Por Omar Osorio
México es un país de gran riqueza, tanto en biodiversidad como en su historia. Sin embargo, a lo largo de siglos de luchas y asimilación, hemos desarrollado una narrativa que ha distorsionado el valor de lo propio, del trabajo local y de las tradiciones que nacen de nuestra tierra. Esta distorsión ha provocado una identidad fragmentada, atrapada entre la resistencia y la imitación, entre lo que somos y lo que se espera que seamos. En el contexto actual de un mundo globalizado pero en constante cambio, surge la oportunidad de regenerar nuestra nación, no como un regreso al pasado, sino como una re-evolución identitaria que transforme todo lo que hemos sido para construir lo que podemos llegar a ser. Lo "Hecho en México" no es un eslogan vacío: es la semilla de un futuro regenerativo. El desafío que enfrenta México no radica en la falta de recursos, sino en la desconexión entre lo que producimos y lo que valoramos. Durante demasiado tiempo, hemos sido condicionados a creer que lo nuestro no es suficiente, que lo "extranjero" siempre es mejor, y que las oportunidades solo se encuentran fuera. Esta visión ha dejado una huella profunda, pero es hora de cambiar esa narrativa. Es momento de abrazar lo que somos y lo que tenemos. México es un país capaz de reinventarse desde sus raíces, desde la tierra que nos vio nacer, desde la creatividad y la sabiduría que emergen de nuestra gente. La regeneración de México debe comenzar con un proceso de revalorización profundo. Regenerar la tierra, el trabajo, la confianza y el orgullo local no es un acto de nostalgia, sino de amor hacia nuestra cultura y nuestra gente. Necesitamos reconocer que el futuro no está en lo que copiamos, sino en lo que creamos desde nuestra esencia. Cada producto, cada oficio, cada iniciativa local debe ser vista como una forma de resistencia contra un sistema extractivista que no solo ha saqueado nuestros recursos naturales, sino también nuestra confianza en nosotros mismos. Lo "Hecho en México" debe convertirse en un símbolo de regeneración ética, ecológica y social. Producir sin destruir, sembrar sin envenenar y crear sin agotar: esa debe ser la propuesta. Este proceso de regeneración no es únicamente una cuestión económica, sino también ecológica y social. México enfrenta desafíos ambientales serios: la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de sus recursos hídricos y la degradación de sus suelos. Ante estos retos, es esencial que transformemos nuestra forma de producir y consumir, con la mirada puesta en un futuro sostenible. De igual manera, debemos atender a las comunidades rurales, que históricamente han sido el corazón de nuestra nación, y trabajar por un México más justo y equitativo, donde el desarrollo no se limite a las grandes ciudades, sino que llegue a todas las regiones. En este proceso, la balanza comercial no es el único indicador de éxito. También debemos desarrollar y priorizar otros dos indicadores clave: la balanza ecológica y la balanza social. El primero se refiere a la integración de principios de sostenibilidad en nuestras prácticas productivas. No basta con exportar más, sino que debemos asegurarnos de que nuestras actividades no agoten los recursos naturales, sino que los regeneren. La balanza social, por otro lado, es fundamental para asegurar que el progreso económico se traduzca en un bienestar real para todos los mexicanos. Esto incluye la mejora de las condiciones laborales, la dignificación de los pequeños productores y la creación de oportunidades para las comunidades marginadas. Lo "Hecho en México" debe verse como un movimiento integrador que va más allá de la economía. Se trata de una revolución cultural, económica, social y ambiental. En lugar de buscar el éxito fuera, debemos crear el éxito desde adentro. Las cooperativas que combinan la agricultura sustentable o la pesca con la preservación cultural, los talleres que fusionan técnicas ancestrales con diseño contemporáneo, y los emprendimientos que convierten desechos en arte, son ejemplos de cómo lo "Hecho en México" puede convertirse en un modelo global de excelencia regenerativa. Estos no son casos aislados, sino semillas que, si se cuidan y se expanden, pueden dar lugar a un futuro lleno de esperanza. Además, México debe replantear sus posibilidades económicas y aumentar el contenido nacional en sus exportaciones. Este enfoque no solo contribuye a fortalecer la economía, sino que debe ir acompañado de un equilibrio con la balanza ecológica y la balanza social. No podemos simplemente replicar los modelos de crecimiento insostenible del pasado. Necesitamos integrar la regeneración ecológica y social dentro de nuestra economía, de modo que el desarrollo no devore, sino que restaure. En paralelo, debemos considerar la migración como parte del proceso de reposicionamiento de México. Si bien es cierto que muchas personas se ven orilladas a migrar en busca de mejores oportunidades, este fenómeno debe ser entendido no solo como una salida, sino como un impulso para replantear las condiciones dentro del país. El México regenerativo debe ser capaz de ofrecer nuevas oportunidades, especialmente en las regiones rurales y menos favorecidas. Esto implica una transformación que no solo aumente las exportaciones, sino que cree empleos dignos y oportunidades de desarrollo en todos los sectores. Es momento de sembrar el futuro, no de esperar que nos llegue desde fuera. El México que estamos construyendo no será el resultado solo de quienes se ven obligados a migrar, sino de todos aquellos que eligen quedarse y contribuir a la regeneración de su tierra. Necesitamos entender que al consumir lo "Hecho en México" estamos no solo fortaleciendo la economía, sino también respaldando un futuro de dignidad, sostenibilidad y creatividad para nuestra gente. El futuro no se busca, se siembra, y la semilla ya está en nuestras manos. Lo "Hecho en México" es mucho más que una etiqueta: es una revolución que comienza en cada uno de nosotros, en nuestra forma de vernos y de ver el mundo. Si nos atrevemos a creer en nosotros, a invertir en lo nuestro y a cuidar lo que hemos heredado, podemos regenerar nuestra tierra, nuestros mares, nuestra economía y nuestra identidad. La verdadera riqueza de México no está en lo que copiamos, sino en lo que soñamos y creamos desde nuestras raíces. Estamos listos para intentarlo. El México regenerativo ya está aquí, y depende de nosotros hacer florecer la semilla que llevará a este país hacia un futuro de esperanza, justicia y dignidad. ¡Es hora de re-posicionar a México en su lugar de grandeza! El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Por Omar Osorio
Mar Azul Olas que susurran, el Océano respira: regeneración. Somos agua. La esencia del mar fluye en nuestras venas, un río ancestral que late al ritmo de las mareas. El océano no está "ahí afuera": es parte de nosotros. Como él, somos 70% agua; como él, nuestro equilibrio es frágil. Pero hoy, ese equilibrio se rompe. Nuestro mar exterior —acidificado, contaminado, saqueado— ruge con una furia ancestral, un grito de carbono atrapado, un latido de vida que, lentamente, se apaga. La temperatura global supera los 1.7°C, los arrecifes de coral mueren en silencio, y cada minuto, un camión de basura plástica se vierte al océano. Los gobiernos protegen poco más del 1% del Océano - se dice que es el 8% -, mientras las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) siguen siendo botines de guerra para la explotación. No es un problema de falta de soluciones. Es una crisis de humanidad. Pero en la oscuridad de las profundidades, donde la luz nunca llega, algo titánico se mueve. No se trata de salvar al océano. Se trata de dejar que el océano sea el tsunami de soluciones que desestabilice todo lo que creíamos saber. Los manglares, las praderas marinas, los corales: todos ellos son solo los primeros susurros de un proceso mucho más grande. El verdadero guardián del clima yace en las profundidades, en los fondos marinos donde el Carbono Blanco ha estado enterrando carbono durante millones de años. Este proceso, lento e inquebrantable, ha mantenido la estabilidad de la Tierra. Pero hoy, lo alteramos. Lo perturbamos. El océano está colapsando, y con él, nuestra forma de vida. Este no es un llamado a salvar el océano, sino a que el océano nos sacuda hasta los cimientos, nos arrastre hacia su abismo de soluciones olvidadas. Las ZEE deben ser territorios sagrados, no parques de extracción. La pesca industrial, los vertidos de plásticos, las perforaciones en los fondos marinos: todos deben cesar. Las soluciones no vendrán de la cima. El cambio empieza en las profundidades. Imagina un mundo donde el 100% de las ZEE sean santuarios, donde las comunidades costeras vuelvan a ser guardianes, no explotadores, y donde los océanos, los guardianes del carbono, sean tratados como los auténticos termostatos planetarios. El océano es nuestra herencia, no un recurso para devastar. La economía, la humanidad misma, ha vivido de espaldas a este poder. Generando entre USD 3 y 6 trillones anuales, el océano es mucho más que una fuente de riqueza. Es el equilibrio global. Y si ese equilibrio cae, lo hará todo lo demás. La respuesta es esta: el océano no necesita ser salvado. Es el océano el que nos salvará, si dejamos que lo haga. Este Tsunami Social no es un clamor por políticas tímidas, ni por promesas vacías. Es un desafío, una ruptura. Una fuerza imparable que recorre las profundidades oceánicas y se eleva, dispuesta a arrasar con las estructuras que nos han llevado al borde del colapso. Este pacto no es de gobiernos. No es de ONGs. Es un pacto con el océano.Un pacto que no negociamos. Únanse a este tsunami o seremos sepultados bajo él. El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Por Omar Osorio
En algún tiempo, "Hecho en México" fue más que una etiqueta: fue un grito de identidad, una afirmación de la fe en nuestras manos, en la riqueza de nuestra tierra y en el poder transformador de nuestras comunidades. Con el paso de los años, ese espíritu se fue difuminando, atrapado en un esquema que valoraba el consumo inmediato y la competencia desmedida, perpetuando un paradigma de escasez en el que pocos ganan a expensas de muchos. Hoy, en un mundo que clama por cambios profundos, se abre ante nosotros la oportunidad de reinventar este sello, elevándolo a un símbolo de regeneración que promueva abundancia y equidad para todos. México, bendecido con una biodiversidad única y una historia de saberes ancestrales, enfrenta desafíos ambientales y sociales que exigen repensar la manera en que producimos y convivimos. Nuestros ríos, tierras y comunidades han sido víctimas de un modelo que prioriza el crecimiento a cualquier costo, dejando cicatrices profundas en el medio ambiente y en el tejido social. Frente a esta realidad, "Hecho en México" puede renacer como un manifiesto de restauración, un llamado a construir un futuro donde el desarrollo se mida no solo en cifras, sino en la capacidad de regenerar ecosistemas, revitalizar comunidades y garantizar oportunidades equitativas. La verdadera regeneración implica más que una simple recuperación; es la transformación de una cultura basada en la competencia en una cultura que celebra la abundancia compartida. Es la convicción de que la producción puede y debe ser un acto de amor hacia la tierra y su gente, donde cada iniciativa contribuya a restituir lo que se ha perdido y a generar bienestar colectivo. Se trata de recuperar el orgullo de lo local y de reconocer que cada producto, cada proyecto y cada acto de creación es un paso hacia un México más justo y resiliente, en el que la equidad se convierte en la base del progreso. Imaginemos un país en el que el sello "Hecho en México" represente la síntesis de tradición y modernidad, de innovación y herencia. Un México en el que el desarrollo no se perciba como una carrera en solitario, sino como una red de esfuerzos colaborativos que impulsa la abundancia para todos. En este nuevo paradigma, el éxito se mide en la restauración de nuestros ecosistemas, en el fortalecimiento de las comunidades y en la capacidad de transformar la adversidad en oportunidades para crecer juntos. Este relanzamiento no es solo una estrategia de comunicación, sino una invitación a repensar la esencia misma de lo que significa desarrollarse. Es el reconocimiento de que un modelo basado en la competencia y la escasez solo conduce a la fragmentación y la desigualdad, mientras que uno que abrace la regeneración tiene el poder de generar abundancia, restaurar el equilibrio natural y fomentar la equidad. Cada producto, cada proyecto y cada iniciativa que lleve el sello "Hecho en México" se convierta en un acto consciente de reconstrucción, en una semilla de esperanza plantada en tierra fértil. Hoy, más que nunca, es momento de imaginar un México donde la riqueza no se mida en cifras de producción desmedida, sino en la calidad de vida de su gente, en la salud de sus paisajes y en la capacidad de sus comunidades para prosperar de manera conjunta. Es un llamado a reconectar con lo esencial, a valorar la herencia de nuestros antepasados y a utilizar esa sabiduría para construir un futuro en el que la abundancia y la equidad sean el motor del progreso. Porque en cada acto de creación y en cada decisión consciente reside la posibilidad de transformar nuestro entorno, de cambiar el rumbo y de demostrar que otro México, uno regenerativo, inclusivo y abundante, no solo es posible, sino que ya está en gestación. El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. La Existencia Regenerativa: Un Paradigma Necesario para la Supervivencia y el Futuro Común1/27/2025 27-01-2025
Por Omar Osorio La humanidad se enfrenta a un momento crítico de inflexión. Las crisis interconectadas de naturaleza ecológica, social y económica están acelerando la degradación de los ecosistemas, exacerbando las desigualdades y poniendo en riesgo la estabilidad global. La evidencia es clara: el aumento imparable de la temperatura global, el deshielo de los polos, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y la erosión de los suelos son síntomas de un sistema que ha alcanzado sus límites. En este contexto, no es posible continuar con los modelos económicos y políticos tradicionales. La crisis ecológica no solo demanda una respuesta técnica, sino una transformación cultural y filosófica profunda. Es aquí donde surge la necesidad urgente de un nuevo paradigma: uno que ponga la vida en el centro. El Desafío Global: Un Sistema en Colapso Los sistemas económicos actuales, basados en un modelo lineal de crecimiento ilimitado y consumo desmedido de recursos naturales, han sido responsables de la crisis global que enfrentamos. En este enfoque extractivo, el ser humano ha tratado a la Tierra como un recurso infinito, lo que ha resultado en la sobre explotación de los ecosistemas, el aumento de las desigualdades económicas y el colapso de los límites planetarios. En 2025, estamos superando el umbral crítico de 1.7°C de aumento de la temperatura global, lo que pone en peligro la meta de limitar el calentamiento a 1.5°C, acordada internacionalmente. El sobregiro de los recursos (overshoot day) y el continuo deterioro de los ecosistemas evidencian que este modelo ya no es viable. El capitalismo, el socialismo y el comunismo, como formas de organización política y económica, se han quedado obsoletos, incapaces de adaptarse a las condiciones ecológicas y sociales actuales. La pobreza sistémica, la desigualdad creciente, las guerras por recursos y la desinformación global son manifestaciones de la incapacidad de estos sistemas para dar respuestas efectivas a los desafíos del siglo XXI. El tiempo de la discusión ideológica ha llegado a su fin. La verdadera revolución debe ser un cambio de paradigma existencial, uno que priorice la vida sobre la economía. Un Nuevo Paradigma: Esperanza y Acción La propuesta de una existencia centrada en la restauración y el equilibrio no es una utopía ni una solución abstracta, sino una necesidad práctica e inmediata. Este enfoque busca transformar la relación entre el ser humano y la naturaleza, reconociendo nuestra interdependencia con los ecosistemas y todas las formas de vida. En lugar de continuar con el modelo extractivo que agota los recursos, este paradigma promueve la restauración de los ecosistemas naturales, fomentando un ciclo continuo de recursos, productos y materiales sin desperdicios. Este nuevo modelo no solo se refiere a restaurar el planeta, sino también a la transformación de nuestras estructuras sociales y económicas. La justicia social es un pilar central, pues la sostenibilidad debe ir de la mano con la equidad. Se trata de crear un nuevo contrato social que redistribuya los recursos de manera más justa, ofreciendo acceso a las mismas oportunidades para todos y reconociendo las voces de los más vulnerables, quienes suelen ser los menos responsables del daño ecológico, pero los más afectados. El Idealismo Pragmático: Una Revolución Filosófica Necesaria Aunque algunos consideren este enfoque como una visión utópica, es un planteamiento pragmático que responde a la urgencia de la situación actual. No estamos hablando de un futuro distante, sino de una acción inmediata. El cambio es una necesidad imperiosa para evitar que los efectos de la crisis ecológica sean irreversibles. Este enfoque integra la realidad actual con una visión de largo plazo, actuando con urgencia para mitigar los peores efectos de la crisis, pero sin perder de vista la posibilidad de restauración y transformación. El Sustentabilismo Bioregenerativo se presenta como una de las soluciones más concretas dentro de este paradigma. Este modelo no solo repara lo dañado, sino que recupera lo perdido, basándose en principios ecológicos sólidos e integrando de manera profunda los sistemas terrestres y marinos, el cuidado integral del planeta, la equidad social y la restauración. Se trata de un enfoque que reconoce que los recursos del planeta son finitos y que debemos cerrar el círculo de nuestro impacto, recuperando lo que hemos destruido. El Camino hacia un Futuro Equilibrado Para lograr este nuevo paradigma, debemos implementar cambios profundos en diversos niveles: Restaurar los ecosistemas naturales: Es fundamental recuperar los suelos, los bosques, los mares, los ríos y la biodiversidad que hemos destruido. Este principio está en el corazón del Sustentabilismo Bioregenerativo, que entiende la economía circular como un modelo basado en la biodiversidad, la salud del suelo y la integridad de los ecosistemas. Transformar la producción y el consumo: El modelo lineal de extracción, uso y descarte debe ser reemplazado por un sistema circular, no solo en términos de reciclaje, sino en términos de biodegradación completa. La clave está en cerrar el ciclo, desde la creación hasta el residuo (Life Cycle Assessment - LCA). Rehumanizar las economías: Debemos crear economías que prioricen el bienestar social y ecológico sobre la acumulación de capital. Esto incluye el fomento de monedas locales, sistemas de intercambio y un enfoque ecocéntrico. Conectar a las personas con la tierra: Es necesario regresar a un modelo de vida en el que la agricultura sostenible, la producción local de alimentos y las comunidades resilientes sean el núcleo de nuestras economías. Aquí es donde la permacultura, la agroecología y las tecnologías apropiadas juegan un papel fundamental. Reequilibrar las relaciones entre los pueblos y la naturaleza: Debemos dejar atrás el antropocentrismo y adoptar una visión ecocéntrica, en la que la salud del planeta sea el principal indicador de éxito. Este enfoque entiende que el planeta no es un recurso infinito, sino una red compleja de interacciones de la cual dependemos para nuestra supervivencia. Un Llamado a la Acción: El Cambio está en Nuestras Manos El cambio hacia un nuevo paradigma no es una opción futura, es una necesidad presente. El tiempo para seguir debatiendo teorías ha pasado; ahora es el momento de actuar. La restauración ecológica y el bienestar social son los pilares de una nueva humanidad que debe transformar su relación con la Tierra. Este cambio no depende solo de gobiernos ni de grandes corporaciones; depende de cada uno de nosotros. Si actuamos colectivamente, podemos ser la generación que revierta el daño, renueve lo perdido y cree un futuro más justo y equilibrado. El futuro está en nuestras manos. ¡Actuemos ahora y comencemos a construir el mañana que necesitamos para sobrevivir y florecer como civilización! El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Por Omar Osorio
El planeta enfrenta una crisis sin precedentes. Con un aumento global promedio de la temperatura de 1.6°C, niveles históricos de 424 ppm de CO₂ y la transgresión de 6 de los 9 límites planetarios, la estabilidad ecológica, económica y social está en riesgo. Desde la década de 1970, estudios como el Global Footprint han advertido que la humanidad opera en un "déficit ambiental", agotando los recursos naturales a un ritmo superior a la capacidad del planeta para regenerarlos. Este déficit acumulado durante más de 50 años se está acelerando, exacerbando la crisis global. En este contexto, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030 debe transformarse en un Plan Nacional de Desarrollo Regenerativo (PNDR), cuyo eje central sea la regeneración ecológica, social y económica. Este enfoque va más allá de la sostenibilidad, abogando por la restauración activa de los sistemas naturales, sociales y económicos que sostienen la vida. En lugar de solo mitigar los impactos del desarrollo, el PNDR tiene como objetivo regenerar lo que se ha dañado, reconociendo la interdependencia entre las personas y su entorno, y la necesidad de restaurar los ecosistemas, las comunidades y las economías. A solo cinco años de cumplir con la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), esta visión regenerativa es crucial para alinear las políticas nacionales con los compromisos internacionales, proponiendo una transición desde el concepto de Desarrollo Sostenible hacia uno Regenerativo, que priorice la restauración activa y a largo plazo. Como parte de este enfoque, reposicionar "HECHO EN MÉXICO" como símbolo de sostenibilidad regenerativa se presenta como una respuesta fundamental. Este sello debe ser sinónimo de productos y servicios que no solo cumplan con los más altos estándares de calidad, sino que contribuyan activamente a la regeneración de los recursos naturales. Promover prácticas regenerativas en la producción nacional no solo refuerza la soberanía económica, sino que también impulsa un modelo de desarrollo más justo, equitativo y regenerativo para todos los mexicanos. Gobernanza con Justicia y Participación Ciudadana La gobernanza debe basarse en principios de justicia y participación ciudadana, integrando los valores de regeneración ambiental, social y económica. La transparencia, la rendición de cuentas y la participación activa son fundamentales para gestionar los recursos naturales de manera que prioricen su regeneración, garantizando un futuro para las generaciones venideras. La regeneración de los ecosistemas y de las estructuras sociales y económicas es un pilar de la justicia social, fomentando un pacto intergeneracional por la regeneración. Desarrollo con Bienestar y Humanismo El desarrollo debe redefinirse en términos de bienestar y humanismo, colocando la regeneración en el centro del bienestar social y comunitario. Esto implica un modelo de vida que no solo respete, sino que también restaure y proteja los recursos naturales, las relaciones humanas y las estructuras económicas, fortaleciendo la resiliencia de las comunidades frente a los retos climáticos y socioeconómicos. Con un enfoque regenerativo, los mexicanos no tendrían que emigrar en busca de mejores oportunidades, ya que el desarrollo local garantizaría empleo, seguridad y calidad de vida para todos. Economía Moral y Trabajo La economía y el trabajo deben evolucionar hacia un modelo regenerativo que impulse cadenas productivas autosuficientes y sostenibles. Este enfoque buscará reducir la dependencia externa, fomentar un consumo responsable y garantizar la autonomía económica del país. Al fortalecer la economía local mediante prácticas regenerativas, México podrá liderar en innovación sostenible, construyendo una bioeconomía circular que refuerce la soberanía nacional. Este fortalecimiento económico es clave para la paz social y la seguridad, generando oportunidades equitativas para todos los ciudadanos. Desarrollo Regenerativo El concepto de Desarrollo Sustentable es una base que ha sido clave para el progreso, pero ahora debe evolucionar hacia un Desarrollo Regenerativo que no solo busque la sostenibilidad, sino la restauración activa de todos los aspectos del ecosistema: los recursos naturales, las relaciones sociales y la estructura económica. El Desarrollo Regenerativo propone un enfoque holístico, en el que la restauración activa de los ecosistemas, la regeneración de la cohesión social y la reconfiguración de la economía sean el motor central del cambio. Es un modelo que no solo mitiga los daños, sino que actúa de forma proactiva para regenerar y revitalizar los recursos agotados. Este enfoque será clave para hacer frente a los retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y las inequidades sociales. Implementación: Internalización de la Visión Regenerativa y Estrategia de Comunicación Para que el Plan Nacional de Desarrollo Regenerativo (PNDR) sea realmente efectivo, es necesario dos pasos fundamentales:
Con la mejor de las intenciones aportando a las ideas del PND y deseando lo mejor para nuestro país y la administración de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. El autor es Director y Publisher de www.carbonoblanco.org El sistema de eliminación y captura permanente de Carbono inorgánico más eficiente del mundo. Un nuevo informe de SDSN pide que se revise la arquitectura financiera mundial para hacer frente al déficit crónico de financiación de los ODS PARÍS, FRANCIA, 21 de junio de 2023 - Por tercer año consecutivo, no hay avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a nivel mundial, y existe el riesgo de que la brecha en los resultados de los ODS entre los países de ingresos altos y los países de ingresos bajos sea mayor en 2030 que cuando los objetivos fueron acordados universalmente en 2015. Esta es la conclusión que revela el último Informe sobre Desarrollo Sostenible (SDR, por sus siglas en inglés) publicado hoy. El SDR incluye el Índice de los ODS y una serie de cuadros de mando que clasifican el rendimiento de todos los Estados miembros de la ONU en relación con los ODSA, y ha sido elaborado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU (SDSN, por sus siglas en inglés). A pesar de las malas noticias, el informe demuestra que, si bien el mundo no va por buen camino para lograr los ODS cuando se cumple la mitad del plazo, ahora es el momento de que los países redoblen sus esfuerzos para avanzar estos objetivos. Por un lado, mediante la aprobación de una profunda reforma de la arquitectura financiera mundial y, por otro lado, mediante la aplicación del Estímulo de los ODS para cerrar la importante brecha de financiación a la que se enfrentan los países en desarrollo y emergentes. El profesor Jeffrey D. Sachs, presidente de SDSN y autor principal del informe, subraya lo siguiente: "A medio camino hacia 2030, los ODS llevan un retraso muy importante, y los países pobres y más vulnerables son los que más sufren. La comunidad internacional debe dar un paso adelante en la Cumbre para un Nuevo Pacto Mundial de Financiación que tendrá lugar este mes en París, y en las próximas reuniones multilaterales clave, entre otras, la reunión del G20 en Nueva Delhi, la Cumbre de los ODS en Nueva York en septiembre, y la COP28 en Dubái, y para exigir que se aumenten los flujos financieros internacionales basados en las necesidades de los ODS. Sería inconcebible que el mundo desaprovechara esta oportunidad y, especialmente, que los países más ricos eludieran sus responsabilidades. Los ODS siguen siendo fundamentales para el futuro que queremos." El informe puede consultarse y descargarse aquí (estará disponible online a partir del 20 de junio de 2023 a las 23:59 h CETS). Los enlaces para la web y la visualización de datos se detallan a continuación: Web: https://www.sdgindex.org/ Visualización de datos: https://dashboards.sdgindex.org/ Nuevo Centro de Transformación ODS: https://sdgtransformationcenter.org/ (a partir del 21 de junio 2023 a las 9:00 h CEST) Cómo citar el informe: Sachs, J., Lafortune, G., Fuller, G., and Drumm, E. (2023). Implementing the SDG Stimulus. Sustainable Development Report 2023. Sustainable Development Solutions Network (SDSN). Paris, France. A medio camino del plazo marcado para lograr los ODS, no se alcanzará ni un solo objetivo para 2030 al ritmo actual. El SDR muestra que, al ritmo actual de progreso desde 2015, ninguno de los objetivos se alcanzará en 2030 y, de media, menos del 20 % de las metas de los ODS están en vías de alcanzarse. Mientras que entre 2015 y 2019, el mundo estaba alcanzando un progreso modesto en los ODS, desde el estallido de la pandemia de COVID-19 y las crisis y retrocesos mundiales simultáneos, el progreso se ha estancado y está un punto por debajo del nivel previsto basado en las tendencias anteriores a la pandemia. Además, el informe destaca que existe el riesgo de que la brecha en los resultados de los ODS entre los países de ingresos altos y bajos sea mayor en 2030 (29 puntos) que en 2015 (28 puntos), lo que subraya el peligro de perder una década de avances hacia la convergencia mundial. Algunos de los indicadores que experimentaron los retrocesos más significativos son el bienestar subjetivo, el acceso a la vacunación, la pobreza y la tasa de desempleo. Entre los objetivos más retrasados se encuentran aquellos ODS relacionados con el hambre, las dietas sostenibles y en materia de salud (ODS 2 y 3), al igual que aquellos relativos a la biodiversidad terrestre y marina (ODS 14 y 15), la contaminación atmosférica y de plásticos (ODS 11 y 12) y las instituciones sólidas y las sociedades pacíficas (ODS 16). En promedio, desde la adopción de los ODS en 2015, el mundo ha hecho algunos progresos en el fortalecimiento del acceso a infraestructuras clave, abordadas en particular por el ODS 6 (Agua potable y saneamiento), el ODS 7 (Energía asequible y limpia) y el ODS 9 (Industria, innovación e infraestructura). Este año, Finlandia ocupa el primer puesto en el Índice ODS 2023, seguida de Suecia, Dinamarca, Alemania y Austria. Los países europeos siguen liderando el Índice de los ODS (ocupan los 10 primeros puestos) y están en vías de alcanzar más metas que cualquier otra región: Dinamarca, Chequia, Estonia, Letonia y la República Eslovaca son los cinco países que han alcanzado o están en vías de alcanzar el mayor número de metas de los ODS este año. Por el contrario, Líbano, Yemen, Papúa Nueva Guinea, Venezuela y Myanmar tienen el mayor número de metas de los ODS que van en la dirección equivocada. España ocupa el puesto #16 a nivel mundial en el Índice ODS de este año, mientras Chile ocupa el puesto #30, Brazil ocupa el puesto #50, Argentina ocupa el puesto #51, y México el puesto #80. Persiste el déficit crónico de financiación de los ODS para las economías en desarrollo y emergentes. En este informe, SDSN propone seis prioridades para la reforma de la arquitectura financiera mundial. En su esencia, los ODS son un programa de inversión, y el informe destaca que la actual arquitectura financiera mundial no está canalizando el ahorro mundial hacia las inversiones en los ODS al ritmo y la escala necesarios. En 2022, la inversión media por persona en los países de renta baja fue de 175 USD por persona, frente a los 11.535 USD por persona en los países de renta alta (Moody's y Banco Mundial, 2023). La mayoría de los países de renta baja y de renta media carecen de la calificación crediticia necesaria para obtener préstamos en condiciones aceptables, lo que los hace muy vulnerables a las crisis de liquidez y de balanza de pagos que se autoalimentan y hace casi imposible que estos países apliquen estrategias de inversión sostenibles a largo plazo. A estos retos se suman unos mercados de capitales privados que siguen dirigiendo grandes flujos de ahorro privado hacia tecnologías y prácticas insostenibles y un sistema internacional que se ve obstaculizado por unos marcos obsoletos para garantizar la financiación a gran escala de los ODS. En este contexto, el SDR presenta un plan de seis puntos para reformar la arquitectura financiera mundial, incluyendo la adopción de un estímulo para los ODS. El plan ha sido elaborado por el Consejo de Liderazgo de SDSN, un grupo preeminente de expertos mundiales y líderes en desarrollo sostenible de los ámbitos académico, empresarial, de la sociedad civil y del sector público. Tanto los países más pobres como los más ricos deberían aprovechar el impulso de la mitad del periodo para hacer una evaluación autocrítica y revisar sus estrategias nacionales en materia de los ODS y sus marcos de inversión a largo plazo. A la mitad del camino de los ODS, el SDR señala que el esfuerzo y el compromiso de los gobiernos con los ODS es demasiado bajo, y ningún país está cerca de obtener una puntuación perfecta. Existe una variación significativa entre países, con algunas economías en desarrollo y emergentes -como Benín, Ghana, Indonesia, Nigeria y Senegal- que muestran un compromiso bastante notable con los ODS. Entre los países del G20, las puntuaciones medias oscilan entre más del 75% en Indonesia y menos del 40% en la Federación Rusa y Estados Unidos. En particular, los países de renta baja y los de renta media baja obtuvieron una puntuación media más alta que los de renta alta en liderazgo político e institucional para los ODS. Desde la adopción de los ODS, sólo cinco países no han presentado nunca su plan de acción para los ODS a las Naciones Unidas para una evaluación nacional voluntaria: Haití, Myanmar, Sudán del Sur, Yemen y Estados Unidos. El informe de este año también muestra que, a pesar de que la mayoría de los gobiernos han puesto en marcha una integración "blanda" de los ODS en sus prácticas y procedimientos de gestión pública, la integración "dura" de los ODS falta en la mayoría de los países, incluido el uso de los ODS para apoyar los marcos presupuestarios y de inversión a largo plazo. En una encuesta realizada en 74 países y en la Unión Europea, sólo un tercio de los gobiernos menciona los ODS o utiliza términos relacionados en su último documento presupuestario oficial, y aún son menos los que incluyen los ODS en una sección específica, líneas presupuestarias o asignaciones. Un nuevo índice piloto mide el apoyo de los países al multilateralismo. Un componente importante de los esfuerzos y compromisos de los países con los ODS es la promoción del multilateralismo y la cooperación mundial en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, el documento fundacional de las Naciones Unidas. El informe de este año incluye el primer “Índice piloto de multilateralismo” que capta las dimensiones generales del apoyo al multilateralismo e incluye comparativas entre países, incluyendo los esfuerzos de los países para promover y preservar la paz, el porcentaje de tratados de la ONU ratificados, la solidaridad internacional y la financiación, la pertenencia a determinadas organizaciones de la ONU, así como el uso de medidas coercitivas unilaterales, entre otros indicadores. Argentina, Barbados, Chile, Alemania, Jamaica y Seychelles obtuvieron la puntuación más alta por sus esfuerzos para promover el multilateralismo, aunque ningún país obtiene una puntuación perfecta. Otras conclusiones clave del Informe sobre Desarrollo Sostenible 2023 son: Los países ricos siguen generando efectos indirectos negativos a nivel internacional. Considerando los patrones de consumo, uno de los sectores más importantes en cuanto a efectos secundarios negativos a escala internacional, es el textil y la confección, por sus niveles de emisiones de gases de efecto invernadero. La lista de miembros del Consejo de Liderazgo de SDSN está disponible aquí: https://www.unsdsn.org/leadership-council. El Índice de Efectos Secundarios Internacionales 2023 (Spillovers Index), incluido en este informe, señala que el 59% de las emisiones de gases de efecto invernadero se emiten a lo largo de la cadena de suministro de países distintos de donde se consumen los productos textiles y de confección finales. Se necesitan instrumentos basados en la ciencia a todos los niveles para orientar la acción de los ODS y reforzar la rendición de cuentas. La nueva iniciativa emblemática de la SDSN que se lanza hoy -el Centro deTransformación de los ODS (SDG Transformation Center) - tiene como objetivo precisamente proporcionar un conjunto de instrumentos basados en la ciencia y servir de plataforma para el aprendizaje entre pares y el intercambio entre científicos, profesionales e inversores sobre la próxima generación de herramientas políticas, análisis y vías a largo plazo de los ODS. Sobre la base de una alianza innovadora entre SDSN y el Instituto de investigación de sistemas ambientales (Esri), el Índice ODS de este año incorpora dos nuevos indicadores que se basan en herramientas geoespaciales para medir el acceso a servicios urbanos clave y el acceso a carreteras. Desde el año 2015, el informe SDR ha proporcionado los datos más actualizados disponibles para monitorear y clasificar el rendimiento de todos los Estados miembros de la ONU en los ODS. El informe ha sido redactado por un grupo de expertos independientes de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) de las Naciones Unidas, bajo la dirección de su presidente, el profesor Jeffrey Sachs. Acerca de SDSN: La Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDSN) opera desde 2012 bajo los auspicios del Secretario General de las Naciones Unidas. SDSN moviliza el conocimiento científico y tecnológico a nivel mundial para promover soluciones prácticas para el desarrollo sostenible, incluyendo la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo Climático de París. Nuestro objetivo es acelerar el aprendizaje conjunto y promover enfoques integrados que aborden los retos económicos, sociales y medioambientales interconectados a los que se enfrenta el mundo. --- Una versión en línea de acceso abierto de este trabajo se publica en https://doi.org/10.25546/102924 en una licencia Creative Commons Open Access CC-BY-NC-SA 4.0. Esta licencia requiere que los reutilizadores proporcionen crédito a los creadores. Permite a los reutilizadores distribuir, remezclar, adaptar y desarrollar el material en cualquier medio o formato, únicamente para fines no comerciales. Si otros modifican o adaptan el material, deben licenciar el material modificado bajo términos idénticos. Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0. Al citar este trabajo, por favor incluya una referencia al DOI https://doi.org/10.25546/102924. Descargue el reporte original en inglés: ![]()
Por: María Luisa Eschenhagen Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales U.D.C.A., Facultad de Ingeniería Geográfica y Ambiental. Enlace: www.pensamientoambiental.de E-mail: [email protected] Fecha de recepción: 23 de junio 2023 / Fecha de aceptación: 9 de septiembre 2023. RESUMEN Para poder pensar en alternativas que vayan más allá del desarrollo hegemónico, y poder realizar cambios posibles, resulta indispensable pensar más allá de lo que generalmente se reproduce, debate y plantea en las aulas universitarias. Significa reconocer cómo la modernidad ha socavado el sentido de la vida y ha pretendido llenar el vacío existencial a través del consumo, lo cual ha demostrado ser un camino sin salida. Por lo tanto, resulta preciso nombrar ese vacío y tematizarlo, ya sea a través del pensamiento ambiental de Leff o a través del budismo. Y a la vez significa, también, recuperar la sensibilidad de poderse fascinar ante la vida, como por ejemplo ante el proceso biogénico de sedimentación carbonatada en los mares. Aquí, apenas, algunos incentivos iniciales para transitar esos caminos posibles. Palabras clave: Pensamiento ambiental; Budismo; Vida; Ciclo de carbono ABSTRACT In order to be able to think about alternatives that go beyond hegemonic development, and to be able to make possible changes, it is indispensable to think beyond what is generally reproduced, debated and put forward in university classrooms. It means recognising how modernity has undermined the meaning of life and sought to fill the existential void through consumption, which has proved to be a dead end. It is therefore necessary to name and thematise this emptiness, whether through Leff's environmental thinking or through Buddhism. At the same time, it also means recovering the sensibility of being fascinated by life, for example by the biogenic process of carbonate sedimentation in the seas. Here are just a few initial incentives to follow these possible paths. Keywords: Environmental Thinking; Buddhism; Life; Carbon Cycle. INCENTIVOS PARA LA EXPLORACIÓN La crisis civilizatoria es innegable. Los años 2022 y 2023 han evidenciado, como tal vez ningún otro, la realidad implacable del cambio climático a través de sequías, quemas y altas temperaturas, lluvias e inundaciones sin precedentes, en épocas y lugares inusuales, poniendo en riesgo, desplazando, afectando y matando millones de vidas a lo largo y ancho del planeta. Frente a este panorama poco esperanzador, más bien altamente preocupante, porque como humanidad ya hemos pasado el umbral del no retorno (Cerrillo, 2002), pero seguimos empeñados pensando que el control se logra a través de la Conferencia de las Partes (COP)[1] ya en su número 27–, 27 años perdidos, ahora con otro rotundo fracaso. Más bien considero que hay dos temas que por lo general no se tocan en la discusión sobre el cambio climático. Por un lado, sobre el tipo de cambios que se deberían dar a partir del reconocimiento del vacío existencial presente en cualquier ser humano, y por el otro, la fascinación frente a la fragilidad y complejidad del planeta Tierra, mantenida por pueblos y culturas del Sur. Se trata de algunos insumos para invitar a pensar en alternativas, y a visualizar otros caminos posibles. En cuanto al cambio, es de reiterar que la seriedad requiere, en una situación de crisis profunda, cambios estructurales de fondo, significativos, en nuestras formas de ser, estar y habitar. Sin embargo, mientras que las propuestas sigan por los caminos convencionales que buscan resolver el problema con instrumentos tecno-económicos, como lo son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y apropiándose de manera muy hábil de ideas alternativas para venderlas como solución (Eschenhagen y Sandoval, 2023), no puede haber cambios significativos. Apenas y se trata de distractores, que tal vez logren mitigar mínimamente el problema. Más bien, los lineamientos dados por las Naciones Unidas, de manera consistente (por no decir aterradora), cuyas estructuras de decisión están marcados por poderes desiguales, están alienando a todo el planeta en torno a unas metas únicas (17 objetivos con 169 metas[2]) con lo cual la soberanía de los países y la diversidad cultural son sacrificadas. Pero que, en últimas, ni siquiera representan cambios reales, sino más bien consolidan y procuran salvar, a través del “enverdecimiento”,[3] el sistema capitalista industrial insustentable. Como sociedades e individuos estamos observando crisis multiniveles: ambiental, en términos de conflictos socioambientales que destruyen ecosistemas y su biodiversidad, provocan el cambio climático, etc. (Contraloría General de la República de Colombia, 2020); económica, en términos de inflación, crecimiento, condiciones laborales, etc. (World Economic Forum, s.f.); social, en términos de injusticias, desigualdades, migración, salud mental, etc. Se trata, de dos crisis que son interdependientes y están inseparablemente interrelacionadas. Y, sin embargo, las soluciones propuestas hasta el momento para afrontar los problemas no han mostrado resultados significativos de largo plazo. Lo que queda claro es que el problema es mucho más que un asunto “simplemente” políticoeconómico-técnico, que de igual forma son aspectos necesarios y urgentes de atender, pero insuficientes, porque las raíces del problema radican en una crisis profunda, que encuentra su base en la propia condición humana. Una condición que está marcada por el vacío existencial como raíz del problema y, por lo tanto, los cambios tienen que darse en otro lugar que no son instrumentales. Para explicar esta afirmación, tomaré dos argumentos, desde dos puntos de partida muy diferentes, pero que tal vez, al final, resultan complementarios. Por un lado, estaría la reflexión y argumentación desde la filosofía y el psicoanálisis, que viene explorando Enrique Leff (pensador ambiental latinoamericano), y por el otro, la perspectiva desde el budismo comprometido desde la mirada de David Loy (profesor universitario y maestro zen). Ambos reflexionan sobre la idea del vacío y de la nada. Siendo esto, también, un llamado para reivindicar y demostrar la importancia de la filosofía en épocas donde se valora mucho más el supuesto eficientismo y accionismo, relegando la reflexión crítica filosófica, justamente como mecanismos para evadir y afrontar ese vacío existencial. Así, Leff aborda el problema desde grandes pensadores occidentales como lo son Nietzsche, Heidegger y Lacan, siguiendo fiel su propio camino de seguir deconstruyendo el pensamiento moderno desde adentro, porque es sobre ellos que está construido el mundo hegemónico y por ende, la crisis actual, para terminar reivindicando a los Pueblos de la Tierra y la necesidad de un diálogo de saberes. Y Loy aborda el tema desde el budismo y su concepción del vacío, la nada y el sufrimiento. Dos formas y aproximaciones para entender el mismo problema, con explicaciones y salidas diferentes. Y aquí, lejos de presentar los dos abordajes de manera amplia, apenas se trata de un esbozo para incentivar más bien a buscarlos y seguirlos leyendo. De manera que, Leff, plantea que los cambios necesarios no serán posibles mientras no haya cambios sustanciales en el régimen ontológico y que conlleven a cambios del régimen productivo, jurídico, tecno-económico, etc., es decir, a cambios de fondo de la estructura del capital. Por ello, sus exploraciones lo han llevado a pensar sobre sobre El conflicto de la vida (2020) y plantea tres ejes centrales de reflexión desde la filosofía y el psicoanálisis: “la falta en ser que anida en el inconsciente humano; la voluntad de poder que moviliza el metabolismo de la biosfera a través de las pulsiones que conmueven las acciones humanas y las razones que gobiernan al mundo” (Leff, 2020, p. 11). Esto lo lleva a preguntarse cómo se “instauran y movilizan los regímenes ontológicos y los dispositivos racionales de dominación” (p. 29) que destruyen la vida, explicando que la destrucción se da porque se han olvidado de la vida, acompañado estas reflexiones, a la vez, por la pregunta que va desentrañando a lo largo del libro: “¿Cómo se enlazan y anudan los vacíos de la ‘falta en ser’ y de la ‘voluntad de poder’ en sus efectos de sentido que movilizan la acción humana e intervienen los cursos de la vida?” (p. 208). Y uno de esos efectos que tiene el vacío es que Ese vacío del Ser [...es...] el oscuro vacío del que emergen las verdades ontológicas, la “verdad como causa”, la estructura de la pulsión en la que se configura la falta en ser, el vacío existencial que busca colmarse con el conocimiento del mundo –y la autoconciencia del sujeto–, con el dominio a través de la ciencia, de sus dominios del saber. De allí emerge la voluntad de saber, la pulsión del conocimiento interdisciplinario, del saber holístico que hoy pretende retotalizar el mundo fragmentado ge¬nerado por el logocentrismo de la ciencia”. (2020, p. 104) Con esta afirmación, Leff profundiza sustancialmente en lo que venía reflexionando sobre las causas del problema ambiental, la crisis civilizatoria, que merece ser pensada y entendida con cuidado para comprender sus implicaciones. Si ya sus incursiones filosóficas previas, para demostrar la insustentabilidad de las formas de conocer, son difíciles para la comprensión común, ahora se adentra a espacios aún más profundos, como la voluntad de poder en la condición humana. Difíciles, porque hemos perdido la costumbre, paciencia y habilidad para leer y pensar con tiempo y dedicación, pero son temas muy necesarios para entender y comprender que las soluciones tecnológicas, instrumentales para, supuestamente, afrontar la crisis ambiental, jamás serán efectivas, ya que el cambio tiene que tocar el régimen ontológico. Mientras que, David Loy, se aproxima de manera diferente a ese vacío desde el budismo, donde entender el vacío es central y a la vez, lo más difícil para comprender. Un vacío que está ligado con la conceptualización engañosa de un yo, o sí-mismo, que genera una sensación ilusoria de un yo separado del mundo: esto es lo que provoca sufrimiento. El budismo trata del despertar, que significa entender algo respecto al constructo de la sensación del símismo y de la nada en su núcleo. Si cambiar el karma implica reconstruir la sensación del sí-mismo, deconstruir dicha sensación implica experimentar directamente su vaciedad. (Loy, 2009, p. 33) Según el budismo, existen cuatro verdades nobles que explican las causas del sufrimiento y cómo salir de él.[4] Loy, en su libro Dinero, sexo, guerra y karma. Ideas para una revolución budista (2009), actualiza la lectura budista sobre el sufrimiento, al explicar cómo la sociedad moderna ha institucionalizado tres venenos, que causan el sufrimiento colectivamente, a través del “sistema económico [que] institucionaliza la codicia, el militarismo [que] institucionaliza la animadversión, y los medios de información [que] institucionalizan la ignorancia y el engaño” (p. 21). Sobre esto hay y habrá mucho que profundizar para comprenderlo mejor, pero este ensayo apenas desea dejar inquietudes e insumos para seguir indagando, porque, como bien dice el Dalai Lama: “la teoría del vacío no es una mera cuestión de comprensión conceptual de la realidad. Tiene profundas implicaciones psíquicas y éticas” (2006, p. 66). Loy señala que la preocupación de la espiritualidad gira en torno al vacío y cómo darle sentido, y que Occidente, en este contexto, al haberse alejado de la espiritualidad, intenta resolver ese vacío con algo externo, material, insaciable. Por eso existe una “continua presión en favor del crecimiento [que] es indiferente a otras consecuencias sociales y ecológicas” (2009, p. 39). Por lo tanto, “cualquier solución genuina a la crisis ecológica debería implicar algo más que mejoras tecnológicas. De nuevo, si la raíz del problema es espiritual, la solución también debe contar con una dimensión espiritual” (p. 136). En cuanto a la fascinación frente a la fragilidad y complejidad del planeta Tierra invito a reflexionar, explorar y entender sus interdependencias vitales que son infinitas. En este caso, dejo apenas tres ideas extraordinarias a consideración. La primera, que desde hace ya muchos años me encanta, es la dependencia macro del Amazonas del desierto del Sahara. Entender cómo los minerales y sales del Sahara son transportados a través de las tormentas de arena que pasan como nubes de polvo, ricas en micropartículas de fósforo y otros minerales,[5] sobre el Atlántico, para luego descender a través de las lluvias a los suelos amazónicos para fertilizarlos. Segundo, seguir estas interconexiones de la vida resulta fascinante, también en lo micro como en la diversidad y vida de los hongos, que están presentes en literalmente todos los lugares del planeta y cumplen una función estructurante de la vida. El libro de Merlin Sheldrake (2020) sobre La red oculta de la vida, ilustra esto de manera genial, comenzando por explicar que existen más de 2 millones de especies diferentes de hongos; el más grande conocido abarca más de 10 km², pesa varias toneladas y tiene más de 2000 años. Además, maravilla al lector explicando cómo los hongos propician redes de intercambios simbióticos con plantas, tienen una inteligencia descentralizada, sin cerebro, y pueden manipular su entorno como, por ejemplo, el comportamiento de las hormigas. Dice: La historia de la vida resultó estar llena de colaboraciones íntimas… la mayoría de las plantas dependen de los hongos para abastecerse de los nutrientes del suelo, como fósforo y nitrógeno, a cambio de las fuentes de energía como azúcares y lípidos que producen en la fotosíntesis –el proceso por el que las plantas absorben luz y anhídrido carbónico del aire–. La relación entre hongos y plantas dio lugar a la biosfera tal y como la conocemos y permite la vida en la Tierra hasta la fecha, pero parecía que entendíamos muy poco. ¿Cómo empezaron dichas relaciones? ¿Cómo se comunican las plantas y los hongos entre sí? (Sheldrake, 2020, p. 19) Desentrañar estas preguntas, entender estas colaboraciones, interrelaciones y redes resultan indispensables para entender la vida, no desde una perspectiva competitiva, egoísta y mecanicista, como lo entiende la cosmovisión moderna. El Dalai Lama, en el maravilloso libro El universo en un solo átomo, también ha planteado preguntas muy pertinentes como “¿por qué [la biología moderna] rechaza la cooperación como principio operativo y por qué no considera el altruismo y la compasión como posibles rasgos del desarrollo de los seres vivos?” (2006, p. 140). Hay una gran necesidad de cambiar la comprensión de la vida, y son justo trabajos como los de Sheldrake y el Dalai Lama los que, lentamente, van rompiendo esas viejas concepciones modernas. Y tercero, en esta crisis que está viviendo el planeta, será preciso entender la importancia de los ciclos bio-geo-químicos que sustentan la vida, como los del fósforo, del nitrógeno y también del carbono. Frente a todas las discusiones en torno al cambio climático y al problema de las emisiones del CO₂, resulta cada vez más fascinante dialogar con Roger Mauvois, de la Martinica, geólogo (doctorado en Rusia y pensionado en México), y escuchar su perspectiva del problema y aprender de geología.[6] Mauvois llama nuestra atención sobre la importancia de la sedimentación carbonatada, depositada en el fondo marino del carbonato de calcio (CaCO₃ = CaO + CO₂), como un eslabón esencial de la homeostasis del sistema vivo planetario. Una sedimentación que refleja un proceso biogénico, a través del cual la naturaleza, a lo largo de centenares de millones de años, ha sido capaz de capturar el CO₂ planetario que, en exceso, es nocivo para la vida y uno de los generadores del cambio climático. La sedimentación carbonatada esencialmente biogénica, consiste en la capacidad que desarrollaron muchos invertebrados ─como lo son los pólipos de coral, varias especies del zooplancton y del fitoplancton, o los moluscos con conchas─ de construir esqueletos, protecciones (conchas) o soportes duros de carbonato de calcio. Al crecer y morir, se acumulan estos restos y son capaces de capturar, de esa manera, varias gigatoneladas anuales de CO₂ en todos los mares del planeta, a una tasa de 1.14 gr/cm2/1000 años[7] de carbonato de calcio a lo largo del último millón de años (el tiempo del Homo sapiens) (Meza-Galicia, 2009; Quispe-Hirpahuanca y Quispe-Palomino, 2020). Esta sedimentación, a lo largo de millones de años, ha conformado en mares y océanos enormes capas de roca caliza que, después de gigantescos movimientos tectónicos, destacan en forma de montañas de cientos de metros de altura. Absolutamente fascinante entender cómo seres tan minúsculos realizan una labor tan enorme y a la vez tan vital/fundamental para la vida, sin que casi nadie se haya dado cuenta de ello. Sin embargo, en la historia geológica, este proceso biogénico ya tuvo varias interrupciones, una de las cuales fue a raíz de la caída del meteorito que provocó la desaparición de los dinosaurios. La catástrofe fue tal que la tasa de sedimentación carbonatada cayó a un mínimo de 0.40 gr/cm2/1000 años y la vida necesitó 66 millones de años para recuperarse y alcanzar la tasa antes mencionada (de 1.14). Estamos presenciando ahora una nueva caída brusca con la intervención antropogénica, que se agudizó desde hace más de 50 años (tiempo del Homo sapiens sapiens) de manera intensiva con la brusca intervención humana en el ciclo del carbono. Según Mauvois, vivimos en una explosión (como la del meteorito) y la mecha se prendió hace 7000 años. Por un lado, al quemar los combustibles fósiles, en los cuales se había guardado una buena parte del carbono orgánico al filo de millones de años, liberándolo ahora en forma de CO2, y por lado, al destruir la vida de los océanos interrumpiendo seriamente (en más de un 50%) el proceso biogénico de sedimentación carbonatada, generando la acidificación, la eutrofización y el calentamiento del mar, en un círculo vicioso; estamos matando los arrecifes de coral, el zooplancton y fitoplancton, y con ello produciendo un déficit de más de 45 gigatoneladas de captura de dióxido de carbono en 50 años de sedimentación carbonatada globalmente restringida.[8] Con todo este contexto, no puedo más que volver a recordar el fantástico libro La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt de Andrea Wulf (2015),[9] para conmemorar a quien, hace más de 200 años, se fascinó con la trama de la vida. Esta trama la terminó de identificar cuando estuvo en la cima del Chimborazo, Ecuador, donde entendió que la naturaleza “era un entramado de vida y una fuerza global […] que todo estaba entrelazado con ‘mil hilos’” (p. 122), y esbozó su famoso Naturgemälde, una representación transversal del Chimborazo como un entramado donde todo está relacionado. Y, sin embargo, en la lucha por las formas de conocer, a través de la colonialidad del saber y la geopolítica del conocimiento (Walsh, 2002), sigue vigente el conocimiento hegemónico moderno que fragmenta y que, como bien dice Leff (2006), es por eso que no comprende la complejidad ambiental. Una forma de conocer hegemónica que sigue insistiendo en el proyecto “civilizatorio” occidental insustentable. Definitivamente, con nuestro espectro de vista y tal como lo demuestra la óptica, la gran mayoría de las ondas no son captadas por el ojo humano; solamente una fracción muy reducida. De la misma manera, las ideas de estas páginas muestran que nuestra comprensión de la vida y del planeta resulta muy reducida y limitada. ¿Cómo actuar, entonces, a partir de la fragilidad de la interrelación/interdependencia de la vida, para comprender en toda su dimensión las implicaciones de ser parte de esta red? Será preciso cultivar la curiosidad, sensibilidad y el asombro para fascinarnos ante la maravilla de la vida. Pero esto será difícil de lograr y comprender desde nichos disciplinarios cerrados, hiperespecializados, o desde una perspectiva utilitarista, eficientista. Y también será necesario reconocer y abrazar el vacío existencial. Entender que el vacío tiene implicaciones psíquicas y éticas. Los supuestos cambios y propuestas de iniciativas tecno-político-económicas que quieren vender las políticas verdes en los medios de comunicación que les dan cobertura, solo son un placebo, un lavado de imagen verde para engañar a la conciencia, y más bien son parte de una necropolítica (Valverde-Gefaell, 2015). AGRADECIMIENTOS Este texto no hubiera nacido sin las conversaciones con Roger Mauvois, que siempre resultan ser muy inspiradoras para ver el mundo desde otras perspectivas temporales, y sin las revisiones y discusiones con Gabriel Vélez, quien siempre reta con preguntas inesperadas, para mejorarlo. ---------------------------------------------------------------- 4 Para una breve introducción sobre la materia, ver Comprender la interdependencia – el interser – de la vida desde el budismo (Eschenhagen, 2023) 5 En cuanto a la composición de este material particulado, Poleo & Briceño (2014) y Rizzolo et al. (2016) señalan que contiene bacterias, hongos y virus, así como algunos nutrientes, entre ellos nitratos y fosfatos inorgánicos, hierro (II), hierro (III), sodio, calcio y magnesio, entre otros macro y micronutrientes” (Rojas-Marín et al., 2020, p. 63). 6 Para escribir ésta explicación sobre la sedimentación carbonatada, él me ayudó y la revisó, para precisarla mucho mejor, lo cual le agradezco. 7 Para quienes no somos geólogos ni cercanos a los números, una explicación más extensa nos la brinda Roger Mauvois: se producen 1.14 gramos de carbonato de calcio por cada centímetro cuadrado en mil años, lo cual suena aparentemente como muy poco, pero no cuando se multiplica por los millones de kilómetros cuadrados que tiene el océano. Todo esto se termina sumando a lo que hoy son las capas de roca caliza 8 El aporte de Tetzner (2021) resulta interesante e ilustrativo al respecto. Aunque, Mauvois comenta que “él se concentra en el microplancton de esqueleto silíceo (diatomeas), más frecuente en los mares del norte, y no en el de esqueleto carbonatado, el de los mares del trópico (cocolitóforos, foraminíferos, etc.), nuestros protagonistas”. Ver también descripción sobre el carbono blanco de Mauvois (S.f.) 9 Ver reseña de Eschenhagen (2019) LISTA DE REFERENCIAS Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina, CODS. (2022, agosto). Índice ODS 2021 para América Latina y el Caribe. https://cods.uniandes.edu.co/wpcontent/uploads/2022/08/I%CC%81ndice-ODS-2021para-Ame%CC%81rica-Latina-y-el-Caribe.pdf Cerrillo, A. (2002). El planeta ha rebasado ya cinco puntos de no retorno climáticos. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/natural/20220909/85 12582/crisis-climatica-traspasa-punto-retorno.html Contraloría General de la República de Colombia. (2020). IERNA, Informe sobre el Estado de los Recursos Naturales y del Ambiente 2018-2019. https://www.contraloria.gov.co/documents/20125/62 5695/Resumen_Medio+Ambiente_IERNA_.pdf/d5c70 295-8a07-90b0-a259-f4fa40af92dc?version=1.0 Dalai Lama. (2006). El universo en un solo átomo. Cómo la unión entre ciencia y espiritualidad puede salvar el mundo (E. Samara, Trad.). Nomos. Eschenhagen, M. L. (2019). Reseña de libro: Andrea Wulf. La invención de la naturaleza: El mundo nuevo de Alexander von Humboldt. Madrid: Taurus, 2015. 498 páginas. Revista Geográfica de Valparaíso, (56), 1-5. https://doi.org/10.5027/rgv.v1i56.a46 Eschenhagen, M. L. y Sandoval, F. (2023). La cooptación de la educación ambiental por la educación para el desarrollo sostenible; un debate desde el pensamiento ambiental latinoamericano. Trabajo y Sociedad, 24(40), 81-104. Eschenhagen, M. L. (2023). Comprender la interdependencia – el interser – de la vida desde el budismo, en: Revista Iberoamericana de Complejidad y Ciencias Económicas, Vol.1 Nr.1:XX 2023, https://revistas.ulasalle.edu.pe/ricce/article/view/105/126 Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC. (2021). Summary for Policymakers. En Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/ Lander, E. (2011). La economía verde: el lobo se viste con piel de cordero. Transnational Institute. https://www.tni.org/es/publicaci%C3%B3n/laeconomia-verde-el-lobo-se-viste-con-piel-de-cordero Leff, E. (2006). Complejidad, racionalidad ambiental y diálogo de saberes. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autómoma de México. http://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/470trabajo.pdf Leff, E. (2020). El conflicto de la vida. Siglo XXI. Loy, D. (2009). 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Publicación Original http://www.revistageografica.cl/index.php/revgeo/article/view/107/88 Copyright (c) 2023 Revista Geográfica de Valparaíso La opinión pertenece a su autora y se publica para divulgación de Carbon Blanco Descargue libremente PDF original: ![]()
Por: Omar Osorio, Carbono Blanco.
Hemos rebasado varios de los 9 límites planetarios. Tenemos un déficit de recursos naturales acumulado desde la década de 1970 cuando se comenzó a cuantificar el inventario de recursos naturales de los cuales cada país dispone para sus supuestos económicos. Si el déficit de insumos naturales lo comparamos con un interés bancario, este sería un interés compuesto, es decir la tasa afectaría el capital más el interés acumulado… interés sobre el interés sobre el interés… una deuda infinita para muchos. En este caso un déficit compuesto, acumulado... acumulable. La demanda de recursos naturales que la economía, llámese capitalista, socialista y como usted guste es simplemente insostenible. Tan ridículo como pretender vender 5 manzanas cuando solo tenemos 2, así de absurdo, así de ridículos son nuestros supuestos económicos. Los “gurúes de la economía mundial” simplemente no saben nada de economía real pues suponen una economía infinita. Equivocados. En cada foro, en cada reunión, en cada cumbre económica se habla de recuperación post Covid, de incrementos al PIB, de crecimiento cuando como ya lo dije, es imposible vender 5 cuando uno solo tiene 2. No podemos suponer que las otras 3 se generarán de manera espontánea. Llámese energéticos, metales, biomasas o transformables el hecho es que los insumos – de cualquier cadena productiva – están rebasados, sobre demandados. En el caso de los No renovables agotados o en vías de terminarse, o los renovables explotados a ritmos de demanda que la naturaleza no produce, no los regenera. En nuestra vorágine por generar cadenas de consumo nos hemos terminado consumiendo a nosotros mismos. A un costo social y ecológico ridículo, incomprensible. Sin resolver este paradigma lineal de desarrollo seguirá siendo ocioso hablar de recuperación, llámese post todo o verde o como quieran ponerle, es simplemente biofísicamente imposible. Estamos llegando a los 8 mil millones de habitantes en el mundo, de los cuales el .01 % es quien controla el sistema que rige este planeta. Otro .99% se sirve bien del sistema creado, lo opera, lo concentra, lo distribuye, pero qué hay del resto, el 99% que conforma la economía, los estudiantes, los empleados, el mercado formal y el informal, de usted, de mi, de todos aquellos que sin siquiera pensarlo generamos las compras y las ventas y a su vez sin preguntárnoslo somos responsables de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, del Bióxido de Carbono, CO₂ que tiene al planeta al borde del colapso planetario. De eso nada se habla en la prensa, no solo por ser textos incómodos sino por desidia, por ignorancia, por falta de interés o peor aun negligencia. Sí la economía como ya todo en estos tiempos solo se mueve por inercia, por esa fuerza física resultado de un impulso previo, pero a la cual ya no se le aplica ninguna otra energía pero que sin embargo sigue moviéndose. Es así como funciona el mundo hoy. No sabemos bien por qué, pero nos levantamos a “trabajar” madrugamos para llevar a los niños a que “aprendan” como funciona el mundo… cuando el mundo ya nada tiene que ver con el supuesto conocimiento que creemos tener de él. La Pandemia es un gran ejemplo, si sabemos o no las causas es lo de menos, lo cierto es que ni se ha ido, ni tiene a dónde ir y es más posible que se nos empalmen varios virus más antes de declararla cuando menos bajo control. Las olas de infección pasaron a ser marea baja o marea alta… esperamos no nos llegue el Tsunami, aunque las alarmas están sonando. ¿Qué nos resta si la inercia no podrá detenerse? ¿cómo detener una temporada de consumo navideño más? ¿cómo negarles a nuestros hijos sus juguetes plásticos cuando su felicidad se resume al último super héroe de la última serie, de la saga, de la trama… de…. ¿Cómo? Otra vez la Inercia de nuestro absurdo sistema económico involucionado. Esta vez sin recursos naturales disponibles, con los límites planetarios rebasados, la biofísica y biogeoquímica de suelos, aire, aguas, Océano alterados. Ya nada es natural, o respiramos nano partículas tóxicas o nano plásticos o los comemos todos los días a todas horas al grito de Gooooolllllll… quienes pasan a cuartos a octavos. ¡A 420 ppm de CO₂ y todos diciendo Qué Calor! Sin siquiera importarles que es la COP27 o con qué se come el Cambio Climático, la Crisis Climática por mencionar solo una crisis de las varias que se concatenan en nuestras horas extras. Economía Basada en Carbono. En los libros de texto en la primaria se nos enseñaba que, en tiempos prehispánicos, antes de la conquista y posteriores nuestros pueblos americanos mercaban sus productos y servicios en las plazas, truequeaban lo que podían para abastecer sus necesidades y que la moneda de cambio eran las semillas, el Cacao como una de sus principales. El Cacao entonces simbolizó la moneda común, la referencia de cuánto podía costar un producto en el mercado de cambios en una plaza pública. Así se fundo la economía y su moneda de cambio. Hoy ese Cacao es el Carbono, C. Debe serlo, es lo último que nos resta y de manera abundante. Hasta hoy el ser humano y sus “avances” han arrojado tanto CO₂ a la atmósfera que los ecosistemas de la tierra ya no pueden administrar, balancear o equilibrar el bióxido de carbono que nuestra alquimia tóxica produce a pasos agigantados, en Giga Toneladas, todos los días, todos los años. Hoy los ecosistemas pasan de balancear y estabilizar las emisiones a ser generadores o emisores de estos gases. El Amazonas... el Océano y sus zonas muertas... ¿De qué estamos hablando? Para un momento, piensa. Miles de millones de toneladas de Bióxido de Carbono antropogénico se vierten a la atmósfera. La ONU estima un incremento de entre 12 y 16% de emisiones rumbo al 2030. 2030, la fecha en la que deben cumplirse los Objetivos del Desarrollo Sostenible (sustentable) Los ya no tan famosos ODS - por alguna razón ya no muchos hablan de ellos - ¿Sabrán que quizá es mejor olvidarlos a justificar por qué no se lograron? - En teoría bajar el 50% de emisiones globales para mantenernos en el 1.5ºC de aumento de temperatura del Acuerdo de París. Sin embargo, hace unos días terminó la Cumbre del Clima, COP27 sin ningún avance real mas allá de las intenciones de crear fondos para los más afectados, las Islas, por ejemplo. Los problemas son multifactoriales. Basar la economía en este nuevo Cacao, el Carbono C hace todo el sentido. Des carbonizar por todos los medios naturales el sistema financiero, económico y basarlo, sostenerlo en este mismo principio del uso y manejo adecuado del Carbono puede darnos una fuente vasta del insumo necesario para seguir jugando a una economía ordenada, pero esta vez no devorando a tasas en las que la tierra simplemente no nos reintegra, no produce. Tenemos que basar toda compra venta de productos o servicios en fracciones de Carbono destinado a capturarlo, a gestionarlo, en el caso de www.carbonoblanco.org de forma permanente, por millones de años. Tenemos que encontrar y dar forma al Carbono, C, contenido en cada operación, en cada producto, en cada servicio, en cada actividad con el fin de eliminarlo de circulación a una velocidad nunca antes vista. Hacer uso de nuestros sistemas económicos reduciendo al máximo su emisión y capturando el exceso que hemos vertido a la atmósfera, y que cuando cae en suelos y aguas, Océano todo lo acidifica, lo envenena provocando muerte e infertilidad, esterilidad. Para esto no hace falta inventar el hilo negro, ya tenemos los mercados de carbono funcionando, con reglas cada día más claras, producto del Acuerdo de París, del Pacto de Glasgow, de las conclusiones de Sharm El Sheik y su COP27. El artículo 6 es una buena columna vertebral, pero que de nada nos sirve si no generamos una Economía Basada en el Carbono 360º que se enseñe en todas las escuelas, en las universidades, en los empleos, en los medios, en el metro, el transporte público, las banquetas, los botes de basura, las almohadas… en todo, en menos de dos años. Tres es demasiado… se nos acaba el tiempo para resolver cuando las soluciones están al alcance de nuestra desidia. Necesitamos Climate Trade, Climate Coin. Un Océano de Soluciones, Una solución del tamaño del Océano, una economía para todos, un mercado, una moneda que fragmente nuestras responsabilidades y nuestras acciones concretas. Menos activistas y más hacedores del cambio. Urge, ¿te sumas? Omar Osorio, Director Fundador de Carbono Blanco. |
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